Ecce Homo
Ecce Homo es, en primera instancia, una autobiografía como ninguna otra. Deliberadamente provocador, Nietzsche subvierte las convenciones del género y lleva sus posiciones filosóficas a extremos combativos, construyendo un genio-héroe cuya vida es una crónica de incesante superación de sí mismo. La obra fue escrita en 1888, pocas semanas antes de su descenso a la locura, pasando bajo revisión todo
Ecce Homo es, en primera instancia, una autobiografía como ninguna otra. Deliberadamente provocador, Nietzsche subvierte las convenciones del género y lleva sus posiciones filosóficas a extremos combativos, construyendo un genio-héroe cuya vida es una crónica de incesante superación de sí mismo. La obra fue escrita en 1888, pocas semanas antes de su descenso a la locura, pasando bajo revisión todos sus trabajos anteriores, para que sus lectores póstumos, finalmente pudieran entenderlo correctamente, en sus propios términos. Llega a cuentas finales con sus muchos enemigos (Richard Wagner uno de ellos), la figura del hombre moderno (de la época de Nietzsche), el nacionalismo alemán, y, sobre todo el cristianismo, que denomina el anticristo, detonante de los malos de la sociedad que cae en sus manos. Ecce Homo es el resumen de una extraordinaria carrera filosófica, un último gran testimonio de la voluntad de Nietzsche, que presenta un análisis, da cuenta de las opiniones cambiantes del autor con respecto a su obra y aporta defensas de sus posturas. Aquí Nietzsche establece una validación de todo su ser. Es un espacio para la autocrítica y reflexión. Es su forma de no volverse perpetuamente problemático. Quiere dejar muy claro que él es el punto de giro alrededor del cual vendrán todos los cambios y que su objetivo es arruinar todas las cosas establecidas e idolatradas, discute la figura de los héroes y sus legados, desde Jesús hasta Sócrates y Schopenhauer. La revisión de sus diversas obras es una forma de asegurarse de que el lector no pueda acusarlo de ser algo que no es y, por lo tanto, probar en él la verdadera comprensión acerca de su naturaleza. Su lector ideal sería uno que fuera lo suficientemente fuerte como para comprender la audacia de un no moralista. Este es el último testimonio de un autor que se venera y se burla de sí mismo, sus creencias y sus logros.