El profesor Carlos Díaz nos (...) describe un hermoso recorrido, culto, guiado por las presencias melancólicas de quienes nos precedieron. Es buen ejemplo cuando refiere de A. Machado su alma triste, estremecida por sus añoranzas, pero no destruida, pues el llanto melancólico también desahoga y fortalece cuando resulta de una conversación intima. Pueden derrumbarse las ilusiones, pero no la esperanza que nos une a la fe, el amor y la templanza. Cultiva el autor "las melancolías" en la historia, con las presencias de Novalis, Cadalso, Poe, Bécquer , Larra, Byron, Hördelin, Espronceda, V. Frankl, Fray Antonio de Guevara, y otros, que expresan un abanico de melancolías, plenas de temor sin consuelo, tristeza profunda y desesperanza que les embarga, a la vez que son una forma de distinción y atributo de superioridad. (...) Es un libro espontáneo lleno de genialidad y talento, propio de la experiencia y magisterio del autor, cuya frescura alivia y da esperanza acerca de las nubes negras, permitiendo que la risa, el amor y el humor cierren el circulo mirando al horizonte ya que todo melancólico que se precie nunca se plantea el futuro sin mirar ni reconocer el pasado. (Fernando Bandrés, Catedrático de Medicina, UCM).