El hombre que me mató

Camila carga con ella una luz que parece nunca apagarse, hasta que enfrenta el hecho de que perdonar es el acto de liberarse a sí mismo de un dolor que puede consumir y arruinar la vida.Nadie te puede obligar a ser fuerte, nadie te dice que no sufras; el problema es cuando te rindes y construyes un muro impenetrable a tu alrededor. En ese caso, ni el amor puede salvarte, y Camila tuvo que experimentarlo de la peor manera.La actitud y voluntad de Camila jugaban un papel crucial en su salud mental que, poco a poco, fue decayendo al darse cuenta que su vida había cambiado para siempre y que, por más que quisiera, no podía echar el tiempo atrás.