La Reforma Psiquiátrica derribó los muros físicos de los manicomios y volvió a hacer visible la locura en la sociedad. Razones técnicas y éticas impulsaron el cierre de los hospitales psiquiátricos y llevaron la atención del sufrimiento psíquico a la comunidad. Este desplazamiento forzó en su momento una convulsión del poder psiquiátrico, inaugurando una nueva cultura asistencial.Sin embargo, la Reforma es un proceso inacabado, en permanente cambio y que siempre está en riesgo. Precisamente por eso, debemos conocerlo. Saber de dónde venimos es fundamental para evitar que, como estamos observando, las estrategias terapéuticas actuales se conviertan en un nuevo encierro.Este libro recogía, en su primera edición de 1994, los orígenes, intenciones y aportaciones estratégicas de la Reforma Psiquiátrica española. Se añadían, además, datos relevantes de experiencias antimanicomiales y comunitarias de otros países.La revisión actual permite añadir el recorrido de estos últimos veinticinco años. El autor se ve obligado, entonces, a reflexionar con más perspectiva sobre los límites de la citada Reforma, sus éxitos, sus fracasos y las nuevas encrucijadas que han ido surgiendo.La Reforma Psiquiátrica es una lectura que puede ayudar en el debate actual sobre la salud mental comunitaria, las fórmulas de asistencia que se diseñan desde las instituciones y la continuidad de la atención. Se hace imprescindible pensar sobre ello, máxime en un sistema sanitario y social tan amenazado por intereses gremiales y privatizadores.La Revolución Delirante pretende ser un testigo crítico de esta realidad para, desde dentro, intentar cambiarla. La reedición actualizada de La Reforma Psiquiátrica contribuye, sin duda, a esta empresa.------------------La Revolución Delirante es un movimiento abierto originado en Valladolid por jóvenes profesionales de la salud mental. Una forma de reaccionar ante una salud mental hegemónica, amparada por la industria farmacéutica y que se legitima a sí misma bajo la controvertida idea de la evidencia.Las polillas seguimos una línea de pensamiento que invita al cuestionamiento de la carga de poder de nuestra disciplina, dando especial importancia a dos factores. El primero, la necesidad para los profesionales de una formación rigurosa e independiente en psicopatología. Solo a través de ella podemos llegar a la conclusión de que, en lo referente al malestar del otro, los modelos son herramientas, nunca verdades. El segundo principio que nos une es la legitimación de la locura como una experiencia subjetiva que debe ser respetada y, si se diera el caso, acompañada. Renunciamos a la idea de que el diferente está enfermo y de que el que sufre es porque funciona mal.